Parece que este año el otoño no llegara nunca, la verdad es que andamos todos un poco despistados, con un revuelto de ropa de verano y alguna que otra prenda que va y viene del armario de invierno. Aún así, hay signos inequívocos que nos recuerdan que estamos en octubre, y que poco falta para ver alfombras crujientes de hojas secas por las calles y colores marrones y amarillos: los higos, los membrillos, las manzanas...
Este año he tenido la suerte de que me han regalado unos cuantos membrillos, así que por primera vez en mi vida he hecho carne de membrillo, o dulce de membrillo, o como más os guste llamarlo. Mi madre lo hace todos los años, así que no dudé en recurrir a ella para que me diera la receta y sus secretos, que ahora comparto con todos vosotros.
Ingredientes (no pongo las cantidades, luego os explico cómo se calculan):
Membrillos
Azúcar
Preparación:
Lavamos los membrillos cuidadosamente, mejor con la ayuda de una esponja limpia para eliminar la posible suciedad que tengan en la piel. Si tienen alguna parte negra o "fea" podemos eliminarla con un cuchillo, pero no los pelaremos, ya que es en la piel donde contienen parte de la pectina que hará que el dulce se espese.
Los descorazonamos, despepitamos y los partimos en trozos.
Pesamos los trozos de membrillo. Algunas recetas ponen el mismo peso de azúcar que de fruta, pero en mi caso utilicé la siguiente relación: para 1 kg de membrillos, 750 g de azúcar.
En una olla grande ponemos los trozos de membrillo y añadimos el azúcar. Dejamos reposar toda la noche, o unas ocho horas. Transcurrido este tiempo veremos que, como resultado de la maceración, el azúcar se ha disuelto, apareciendo una especie de jarabe.
Cocinamos el contenido de la olla al fuego, removiendo de vez en cuando con una cuchara de madera. Aquí tendremos que observar, un poco a ojo, hasta que la fruta se ponga blanda y tenga el característico color caramelo del dulce terminado. Entonces lo trituraremos todo con una batidora eléctrica, dejándolo cocer un poco más si vemos que está demasiado líquido (aunque hay que tener en cuenta que al enfriarse espesará más).
Vertemos rápidamente en los recipientes que lo vayamos a conservar, lo tapamos y refrigeramos.
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